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Maestros Constructores

Con su Sabiduría, juntan  elementos naturales y  manos expertas,  para crear obras extraordinarias.

Los Maestros constructores en Barichara llevan en su experiencia de años, todos los saberes de las técnicas constructivas ancestrales, indígenas y españolas. Conocimiento recibido de sus padres, abuelos o como aprendices talentosos y dedicados, de  otros maestros expertos.

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Maestros Constructores

Con su Sabiduría, juntan  elementos naturales y  manos expertas,  para crear obras extraordinarias.

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El oficio de Maestro de Obra se perfiló en el siglo XIII en el apogeo de la arquitectura gótica. Su carrera empezaba como aprendiz a los 14 años, con trabajos sencillos y bajo la supervisión de expertos. Tras 5 años, si demostraba habilidad en su oficio, se convertía en oficial, título que otorgaba el maestro. A los 20 años, ya podía realizar trabajos especializados, como cantero o escultor, si tenía la habilidad requerida.

 

El arquitecto creaba los diseños, elaboraba los planos, pero el maestro constructor los hacía realidad. Se servía de la piedra, la madera, el hierro, la cal y la arena; y con la sola ayuda de la escuadra, el compás y la regla era capaz de concebir un recinto con las correctas proporciones, dimensiones y orientación.

 

En Barichara,  el proceso de aprendizaje de los Maestros se mantiene igual, hasta convertirse  en valiosos referentes de actuales y nuevos constructores, así como de Arquitectos e ingenieros, que los veneran con gran respeto, admiración y como modelo a seguir.

 

Los maestros empezaron en la construcción desde niños, acompañando a sus padres, jugando en las obras a ser constructores. O como aprendices,”contrapisones”,  empezando con tareas básicas como cargar tierra para las tapias “surroneros”, recibir y almacenar materiales, partir caña, etc. Una forma de probar su voluntad y demostrar su real interés en el aprendizaje. Así, van subiendo de nivel a obreros, oficiales, hasta Maestro.

 

Los Maestros Constructores deben conocer muy bien todas las técnicas ancestrales: tapia pisada, bahareque, adobe, pañetes, muros en piedra, techos, así como los requerimientos modernos: hormigón, electricidad, tuberías, planos y normas. O conformar una buena cuadrilla con expertos en estos saberes y obreros comprometidos.

 

Además de enseñar  -más con el ejemplo, la observación y la práctica, que con explicaciones-, los Maestros de Obra deben planificar y organizar las tareas con su cuadrilla de trabajo, coordinar materiales y proveedores, controlan los avances y calidad y reportar requerimientos y presupuestos con dueños y arquitectos.

 

Un buen maestro conforma una familia con su cuadrilla.  La alegría, chistes y música de fondo es permanente: ranchera, carranga o vallenato, pero con la continua vigilancia del maestro pendiente de la protección, bienestar y entendimiento de todos.

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Con los años, 70 o 80 acumulados, cuando ya han cumplido su tarea y las fuerzas, la salud o la familia empiezan a insistir en el retiro, igual se mantienen atentos a visitar las obras para dar guía y orientación. O para recibir la visita de sus pupilos ahora maestros.

 

Estudiantes de Arquitectura e Ingeniería, así como turistas interesados en las técnicas constructivas coloniales, visitan, escuchan y aprenden de los Maestros y de la cultura Patiamarilla.

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